El fregadero de cocina

En núcleo de cualquier cocina.

Clásico o rompedor, moderno o tradicional: está disponible en numerosos diseños, materiales y colores, para todas las necesidades, gustos y espacios.
Aunque actualmente prácticamente todos los hogares cuentan con un lavavajillas que se encarga de la mayor parte de la tarea, el fregadero sigue siendo un elemento imprescindible. Es el centro de preparación para cortar, limpiar, lavar, descongelar y sazonar, y a menudo debe cumplir con determinadas exigencias en relación con su diseño. La funcionalidad y la estética son criterios muy relevantes a la hora de la compra.
La variante más habitual es el fregadero encastrado. Se coloca en un espacio de la encimera de cocina y el borde queda apoyado en ella. Además, hay variantes de esquina que permiten una interesante distribución de la superficie y aprovechan el espacio en esquina de manera óptima. Los fregaderos bajo encimera se montan preferiblemente bajo placas de piedra natural y se adaptan de manera discreta a la estética de la cocina. Los fregaderos a ras forman una clara línea sin transiciones con la encimera, y son perfectos para diseños de cocina modernos.

Por el contrario, las clásicas pilas de fregar son hermosas piezas intemporales que se suelen encontrar en cocinas de casas de campo, pero que también se empiezan a ver cada vez más en cocinas actuales.
Los fregaderos presentan diversas formas y diseños: desde lo tradicional y clásico hasta las formas redondeadas o los modernos fregaderos rectilíneos. Dependiendo del tamaño, las variantes con 1 o 2 senos también están disponibles con pila para restos.
El aspecto depende considerablemente del material utilizado. Los clásicos de acero inoxidable están disponibles en versión brillante o mate, mientras que quien se decanta por un fregadero de color, puede elegir entre el granito o la cerámica.

Gracias a su sólida superficie, la cerámica de materiales naturales es resistente al calor, al frío y a los ácidos que se encuentran de manera habitual en los hogares. Además, se limpia con facilidad y es resistente a golpes y arañazos, por lo que es ideal para las exigencias de la cocina.
La historia de los fregaderos de cocina se remonta al siglo XIX. Los primeros recipientes de cerámica para lavar y fregar datan de 1870. Las mejoras en las técnicas de producción y en el material fueron la clave para pasar a la producción a gran escala de artículos sanitarios en el siglo XX.

Recipientes

La cerámica se incorporó muy pronto a la cocina. La «pila de fregar de la abuela» ya existe desde 1921, pero el recipiente precursor ya se encontraba en catálogos del año 1912. Por aquel entonces, estos recipientes podían pesar hasta 60 kg. Este peso se vio notablemente reducido en los años posteriores gracias al desarrollo de los métodos de producción. En 1950 se fabricaron los primeros fregaderos de cerámica sobre encimera. Los fregaderos encastrados, según los conocemos hoy en día, existen desde los años 60.
Los fregaderos de cocina se fabrican, entre otros, con acero inoxidable, esmalte, cerámica, granito y mármol. Las diferentes opciones de instalación, los diseños y los colores ofrecen fregaderos adecuados para todos los gustos.